Pichi.
La luz tenue y discreta del anuncio en letras delgadas, la banqueta limpia y el ambiente no tan hostil de la calle le hicieron decidirse a pasar la noche allí mismo, además ya estaba muy cansado, ya no le quedaba energía, había caminado todo el día y aun así había conseguido poca comida, el estómago le dolía por el hambre y los huesos por la vejez, había esquivado muchos autos y patadas de algunos malhumorados hombres y mujeres y solo uno que otro niño le había regalado alguna sonrisa, y una niña hasta le regaló un poco de helado, frío y dulce, el viejo del gorro negro y el abrigo gris que siempre hablaba solo en el parque le tiró unos cacahuates ya pelados también, ‘’Pichi’’ solo le miró y pensó; viejo tonto,¿No te das cuenta que los dientes ya no me sirven para masticarlos? Aunque la noche era fría, increíblemente al acurrucarse contra la pared consiguió un poco de calor. Pichi estaba cansado, hambriento, débil y adolorido, pero no se durmió rápido, a su mente volvieron como cad