Pichi.
La luz tenue y discreta del anuncio en letras delgadas, la banqueta limpia y el ambiente no tan hostil de la calle le hicieron decidirse a pasar la noche allí mismo, además ya estaba muy cansado, ya no le quedaba energía, había caminado todo el día y aun así había conseguido poca comida, el estómago le dolía por el hambre y los huesos por la vejez, había esquivado muchos autos y patadas de algunos malhumorados hombres y mujeres y solo uno que otro niño le había regalado alguna sonrisa, y una niña hasta le regaló un poco de helado, frío y dulce, el viejo del gorro negro y el abrigo gris que siempre hablaba solo en el parque le tiró unos cacahuates ya pelados también, ‘’Pichi’’ solo le miró y pensó; viejo tonto,¿No te das cuenta que los dientes ya no me sirven para masticarlos?
Aunque la noche era fría, increíblemente al acurrucarse contra la pared consiguió un poco de calor.
Pichi estaba cansado, hambriento, débil y adolorido, pero no se durmió rápido, a su mente volvieron como cada noche lo hacían, los recuerdos, entre ellos el aciago de la tarde que desgraciadamente perdiera al único humano que le ofreció cariño, protección y a veces hasta comida.
‘’Maluco el payaso’’ y él hicieron pareja artística muchas veces en la plaza central de aquella colonial ciudad en el norte de México, y lograron arrancar miles de carcajadas en sus improvisadas concurrencias, todo a cambio de algunas monedas que luego ‘’maluco’’ cambiaba por tequila y algo de comida, pero principalmente por tequila.
Él aún levantaba la cabeza orgulloso y abría los ojos desmesuradamente cada vez que recordaba la parte del espectáculo en la que él tomaba un protagonismo especial: Su socio humano sacaba un aro que sostenía en el aire mientras él lo atravesaba en un ágil salto, ‘’maluco’’ se encaraba al público y en forma irónica afirmaba que aquello había sido pura casualidad, ¡una chiripada pues! y que aquel perro viejo y haragán no sería capaz de volver a hacerlo, después elevaba un poco más el aro y dirigiéndose al público nuevamente gesticulaba y se tapaba la boca sonriente con la mano, como una burla adelantada por el probable fracaso de pichi, pero en un salto espectacular para el pequeño french poodle, éste lograba atravesar el aro por segunda vez, ‘’Maluco’’ se apresuraba a descalificar el esfuerzo de pichi al mismo tiempo que levantaba el aro hasta una altura que haría imposible la proeza por parte del noble animal, y desafiaba por tercera vez al desconcertado french poodle, el cual se soltaba a ladrar escandalosamente, simulando una airada protesta por tamaña injusticia, acto seguido en una soberbia actuación fingía morder con coraje el tobillo del desprevenido payaso, los gritos de supuesto dolor de Maluco se entremezclaban con las ruidosas y abundantes carcajadas del público.
Los cansados ojos del animalito volvían a brillar por la emoción cada vez que a su mente llegaba aquel hermoso recuerdo, desgraciadamente casi en seguida se unía también el de la tarde fatal; El espectáculo ya casi estaba por terminar, a la concurrencia ya le dolía la barriga de tanto reír, y ya solo quedaba cosechar la lluvia de monedas que pagarían el sustento de ambos, y a veces hasta alcanzaba para alquilar una cama tibia en algún hotelucho de mala muerte. Y de pronto Pichi solo recordaría aquellos horribles estruendos que terminaron por perjudicar más su ya afectado sentido del oído, el inclemente y portentoso ruido de la estupidez y la violencia, el cruel y angustioso preludio del dolor y la muerte.
Pichi no entendió nada ni lo haría ya nunca, pero aquello había sido una balacera entre delincuentes, entre idiotas sin cerebros y sin sentimientos, idiotas de los que pululan por manadas en este mundo, lo que Pichi si entendió muy bien fue que después de la estampida impetuosa de las personas y el chocante olor a pólvora y a desesperación él corrió a buscar a Maluco, que recargado en una banca intentaba cubrir con la mano izquierda aquella mancha roja y tibia que rápidamente le cubría el pecho, en su mano derecha aun sostenía la botella de tequila que intentaba inútilmente abrir con los dientes, pero la fuerza ya no le alcanzaba, se le escapaba por el pecho a borbotones...Maluco desistió, con los ojos llenos de un abundante líquido mezcla de lágrimas y sudor pero también amor, prefirió despedirse de pichi, así Pichi supo que su nombre completo era: Pinchi...perro...menso...Esas habían sido las últimas palabras de maluco, después cerró los ojos, su cabeza cayó al lado izquierdo, igual que los brazos y hasta la botella de tequila escapó de sus manos y rodó sobre el pavimento e irónicamente por fin se destapó, el cristalino líquido corrió a unirse a la sangre del agónico payaso, como casi siempre habían estado.
El resto de la despedida Pichi la vio totalmente sorprendido, el espíritu de maluco se desprendía de aquel cuerpo viejo, inútil y maloliente, pero con la misma sonrisa sarcástica de siempre, Pichi no había podido evitar saltar hacia atrás y hasta ladrar un poco del susto, pero la característica voz ronca, ebria y la risa tonta de maluco, la risa de siempre, le devolvieron la calma .
-Allá arriba te espero pinchi perro menso, tenemos que armar un espectáculo chingón para unos cuates que se la pasan riendo todo el tiempo, ¡no te vayas a tardar wey!...ja ja ja-
En la completa soledad de aquella calle débilmente alumbrada y en plena madrugada pichi volvía a llorar.
la noche que se sabía ya moribunda se tornó horriblemente fría, y el cuerpo peludo de pichi lo resintió, pero entonces una racha de aire tibio venida de la nada lo abrazó con ternura, justo como solía hacerlo su querido amigo el payaso, cuando lo ponía bajo su haraposo abrigo, y un poco más reconfortado el abatido french poodle pudo cerrar los húmedos ojos y descansar unas pocas horas hasta el amanecer, bajo el tenue resplandor de las iluminadas letras en las cuales se podía leer : Clínica veterinaria San Martín de Porres. Brindamos las mejores atenciones y cuidados para sus mascotas.
Pablo Velàsquez.
Aunque la noche era fría, increíblemente al acurrucarse contra la pared consiguió un poco de calor.
Pichi estaba cansado, hambriento, débil y adolorido, pero no se durmió rápido, a su mente volvieron como cada noche lo hacían, los recuerdos, entre ellos el aciago de la tarde que desgraciadamente perdiera al único humano que le ofreció cariño, protección y a veces hasta comida.
‘’Maluco el payaso’’ y él hicieron pareja artística muchas veces en la plaza central de aquella colonial ciudad en el norte de México, y lograron arrancar miles de carcajadas en sus improvisadas concurrencias, todo a cambio de algunas monedas que luego ‘’maluco’’ cambiaba por tequila y algo de comida, pero principalmente por tequila.
Él aún levantaba la cabeza orgulloso y abría los ojos desmesuradamente cada vez que recordaba la parte del espectáculo en la que él tomaba un protagonismo especial: Su socio humano sacaba un aro que sostenía en el aire mientras él lo atravesaba en un ágil salto, ‘’maluco’’ se encaraba al público y en forma irónica afirmaba que aquello había sido pura casualidad, ¡una chiripada pues! y que aquel perro viejo y haragán no sería capaz de volver a hacerlo, después elevaba un poco más el aro y dirigiéndose al público nuevamente gesticulaba y se tapaba la boca sonriente con la mano, como una burla adelantada por el probable fracaso de pichi, pero en un salto espectacular para el pequeño french poodle, éste lograba atravesar el aro por segunda vez, ‘’Maluco’’ se apresuraba a descalificar el esfuerzo de pichi al mismo tiempo que levantaba el aro hasta una altura que haría imposible la proeza por parte del noble animal, y desafiaba por tercera vez al desconcertado french poodle, el cual se soltaba a ladrar escandalosamente, simulando una airada protesta por tamaña injusticia, acto seguido en una soberbia actuación fingía morder con coraje el tobillo del desprevenido payaso, los gritos de supuesto dolor de Maluco se entremezclaban con las ruidosas y abundantes carcajadas del público.
Los cansados ojos del animalito volvían a brillar por la emoción cada vez que a su mente llegaba aquel hermoso recuerdo, desgraciadamente casi en seguida se unía también el de la tarde fatal; El espectáculo ya casi estaba por terminar, a la concurrencia ya le dolía la barriga de tanto reír, y ya solo quedaba cosechar la lluvia de monedas que pagarían el sustento de ambos, y a veces hasta alcanzaba para alquilar una cama tibia en algún hotelucho de mala muerte. Y de pronto Pichi solo recordaría aquellos horribles estruendos que terminaron por perjudicar más su ya afectado sentido del oído, el inclemente y portentoso ruido de la estupidez y la violencia, el cruel y angustioso preludio del dolor y la muerte.
Pichi no entendió nada ni lo haría ya nunca, pero aquello había sido una balacera entre delincuentes, entre idiotas sin cerebros y sin sentimientos, idiotas de los que pululan por manadas en este mundo, lo que Pichi si entendió muy bien fue que después de la estampida impetuosa de las personas y el chocante olor a pólvora y a desesperación él corrió a buscar a Maluco, que recargado en una banca intentaba cubrir con la mano izquierda aquella mancha roja y tibia que rápidamente le cubría el pecho, en su mano derecha aun sostenía la botella de tequila que intentaba inútilmente abrir con los dientes, pero la fuerza ya no le alcanzaba, se le escapaba por el pecho a borbotones...Maluco desistió, con los ojos llenos de un abundante líquido mezcla de lágrimas y sudor pero también amor, prefirió despedirse de pichi, así Pichi supo que su nombre completo era: Pinchi...perro...menso...Esas habían sido las últimas palabras de maluco, después cerró los ojos, su cabeza cayó al lado izquierdo, igual que los brazos y hasta la botella de tequila escapó de sus manos y rodó sobre el pavimento e irónicamente por fin se destapó, el cristalino líquido corrió a unirse a la sangre del agónico payaso, como casi siempre habían estado.
El resto de la despedida Pichi la vio totalmente sorprendido, el espíritu de maluco se desprendía de aquel cuerpo viejo, inútil y maloliente, pero con la misma sonrisa sarcástica de siempre, Pichi no había podido evitar saltar hacia atrás y hasta ladrar un poco del susto, pero la característica voz ronca, ebria y la risa tonta de maluco, la risa de siempre, le devolvieron la calma .
-Allá arriba te espero pinchi perro menso, tenemos que armar un espectáculo chingón para unos cuates que se la pasan riendo todo el tiempo, ¡no te vayas a tardar wey!...ja ja ja-
En la completa soledad de aquella calle débilmente alumbrada y en plena madrugada pichi volvía a llorar.
la noche que se sabía ya moribunda se tornó horriblemente fría, y el cuerpo peludo de pichi lo resintió, pero entonces una racha de aire tibio venida de la nada lo abrazó con ternura, justo como solía hacerlo su querido amigo el payaso, cuando lo ponía bajo su haraposo abrigo, y un poco más reconfortado el abatido french poodle pudo cerrar los húmedos ojos y descansar unas pocas horas hasta el amanecer, bajo el tenue resplandor de las iluminadas letras en las cuales se podía leer : Clínica veterinaria San Martín de Porres. Brindamos las mejores atenciones y cuidados para sus mascotas.
Pablo Velàsquez.
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