Encuentro.
Era una de esas tardes lluviosas y frías que solo te hacen pensar en una taza de café, no era una lluvia fuerte, pero si constante, de esas que al principio intentas ignorar, y al momento siguiente te tienen empapado; mis ojos buscaron con ansiedad por alguna cafetería, las estrechas calles de aquella vieja ciudad estadounidense lucían más grises y tristes que de costumbre, algunas luces del alumbrado público se empezaban a prender, la noche y la lluvia poseían poco a poco las viejas edificaciones, y los pocos transeúntes que se podían ver en las aceras, buscaban el refugio de algún bar o cafetería al igual que lo hacía yo, la tarde se resistía a morir del todo y con los últimos rayos de un sol malhumorado de invierno, todavía delataba algunas negras y espesas nubes, que como gigantescas aves prehistóricas sobrevolaban la inerme y apabullada ciudad, las luces de algunos autos que circulaban las mojadas calles intentaban sin mucho éxito combatir las tinieblas