La fotografía.
La fotografía. La plaza de esa ciudad extraña saludó a Joel con mucho afecto, como si le conociera desde siempre, sus olores adornados con cotidianidad - para que no los identificara, o quizás porque ya se les había olvidado su propia esencia- le abrazaban con entusiasmo, los recuerdos de gente que ya se había ido le guiñaban sus ojos de hojas secas, desde cualquier rincón, sus árboles antiguos y retorcidos intentaban tomar su mano al paso con sus ramas musgosas. Había manejado por horas para llegar hasta ese pueblo fantasma, ahora los grises edificios le rodeaban mientras le susurraban la ingratitud de aquellos que les dieron forma y razón de ser y después en unas pocas semanas les habían abandonado sin piedad. A Joel la nostalgia por lo desconocido le exigía respuestas, y él quería hallarlas para ofrendárselas; el sol que se iba le lanzó su última mirada llena de fastidio. Sus pasos por la empedrada avenida principal